En el tiempo en el que la magia, solo existía en las varitas mágicas de las hadas madrinas, vivía un hada poco común, no era seria y estirada como el resto de sus compañeras y pasaba horas inmersa en su propio mundo interior.
Estas peculiaridades, resultaban algo molestas para el resto de sus compañeras, ya que a menudo la acusaban de no tomarse en serio la magia e incluso dudaban, de sus cualidades como hada madrina.
Como si todo esto no fuera suficiente, el Hada Madrina Maribel tenia un defecto, que la convertía en blanco de burlas, y es que era, terriblemente despistada.
Tal era su despiste, que cada día estrenaba varita mágica, ya que había perdido la anterior, en no se sabe que punto del planeta.
Cuando la divertida y atolondrada hadita, había perdido su varita numero 1.000, Mirtha, la jefa del consejo de las hadas Madrinas, decidió no darle mas varitas mágicas, pese a que estaban faltos de personal y la tierra cada vez, estaba mas necesitada de magia.
El Hada Maribel sentadita en su tejado, pensó entristecida que ya no podría cumplir los deseos de los niños, ni un montón de cosas que ella amaba hacer y es que ella, había intentado no perder sus varitas, pero aun así, las perdía.
Pero un día, algo diferente, comenzó a nacer... cada día llegaban misivas informando, de avistamientos de arco iris en lugares lúgubres y tristes, estrellas fugaces cumpliendo deseos de niños soñadores, elfos, ninfas y duendes, ocupándose de proteger ríos, bosques y montañas... incluso algunos humanos, comenzaron a desarrollar dones extraordinarios.
Definitivamente, algo estaba ocurriendo, el mundo entero estaba dando señales de magia, ¿como era posible? solo las varitas mágicas, de las hadas madrinas, tenían ese poder... entonces... ¡entendieron!
Maribel, al ir perdiendo sus varitas, fue sembrando, sin saberlo, el mundo de magia.
Cuando el consejo se enteró de esto, le dieron una nueva varita mágica y decidieron dejarla ser, tal y como era, si perdía alguna varita... pues esta, se convertiría en magia, de la que estaba tan necesitada el mundo.
Y así fue, como el Hada madrina Maribel, pese a ser una hadita despistada, volvió a ejercer el trabajo que tanto amaba.
Si alguna vez, cae repentinamente una varita sobre tu cabeza, recuerda que en ocasiones, tu mayor defecto, puede ser...
Tu gran virtud.
-FIN-
Gracias por estar ahí y hacerme tan feliz :)